Como cada curso, hemos querido dar un toque especial al colegio con una decoración sencilla y llena de ilusión.
Queremos agradecer a todas las familias que habéis participado aportando vuestros adornos para la zona del patio. Gracias a vuestra colaboración, el cole se ha llenado de magia.
Este año la decoración ha sido algo diferente: como el colegio está tan bonito, se ha optado por no cubrir las paredes. La historia de “Los duendecillos del Blas” ha sido el hilo conductor de la decoración. Si no la habéis leído aquí os la dejamos:
En el Colegio
Blas de Otero, cuando llega la Navidad, pasan cosas
misteriosas: aparecen
huellitas diminutas, suenan campanitas sin que nadie las toque y, a
veces, huele a galletas aunque nadie esté cocinando.
Lo que casi nadie sabe es que en
el cole viven unos duendecillos muy especiales. Se llaman Lila,
Tico y Kuki, y son tan pequeñitos que pueden esconderse detrás
de una mochila, dentro de una caja de lápices o entre los abrigos del perchero.
Su misión es muy importante: mirar
qué cosas hacen felices a los niños y niñas del Blas de Otero.
Cada día, los duendecillos
recorren las clases en silencio. Ven cómo los peques comparten juguetes, ayudan
a quien lo necesita, recogen juntos y se ríen mientras juegan. Cada gesto
bonito hace brillar su pergamino mágico.
Pero un día, ¡el pergamino
desapareció!, los duendecillos se asustaron muchísimo. Buscaron por todo el
cole: detrás de las puertas, en el comedor, en la biblioteca, en el aula de
informática, los baños, en el gimnasio… hasta que por fin lo encontraron, en el
aula de psicomotricidad, dentro de una caja de materiales, justo donde nadie lo
esperaba.
El pergamino volvió a brillar con
fuerza, y los duendecillos bailaron felices.
Y desde entonces, cada Navidad, en
el Blas de Otero siguen apareciendo huellitas, campanitas y lucecitas…porque
los duendecillos continúan allí, escondidos, trayendo magia e ilusión.
Gracias a todas las personas, adultos y pequeños, que os acercasteis al colegio a recortar, pegar, hacer guirnaldas de bolas de madera, colgar bolas y poner el árbol. Para nosotros fue un placer compartir esos momentos con todos y todas.
¡Nos vemos el año que viene!


